lunes, 24 de octubre de 2011

Educación Bilingue (JPC)

En el siguiente texto, tomado de su libro "El Niño Indígena", Portugal Catacora presenta sus ideas sobre la educación bilingüe.
El lenguaje traduce la mentalidad del hombre, es instru­mento de aprendizaje y medio esencial de comunicación, por­que a través del lenguaje se piensa y se habla, se comprende y se expresa.
De aquí que el lenguaje no es una simple materia que se enseña o se aprende; su utilización implica cultivar la mente en sus múltiples manifestaciones y hacer que el educando aprenda cuanto necesita aprender; en una palabra el empleo del len­guaje contribuye al desarrollo de la personalidad en su aspecto clave que es el intelecto.
Podemos distinguir diferencias entre las lenguas indíge­nas y el castellano desde varios puntos de vista: el fonético, el Ideológico, el evolutivo y el espíritu de cada lenguaje.
Existen en las lenguas nativas, sonidos fuertes como las Variantes de la p y de la t ; guturales, las variantes de la c la q y la k ; silbantes como s; y, no existen en ella sonidos suaves como c o la z o dentilabiales como u. En cambio, en el castellano no existen sonidos fuertes, guturales y silbantes y más bien sonidos suaves. Estas diferencias acústicas son el resultado de la diferente configuración anatómica de los órganos que las producen y la dinámica fisiológica de dichos órganos en los hombres y grupos humanos que hablan y hablaron a través de centenas de generaciones sus lenguas indígenas.
La estructura ideológica en las lenguas indígenas es muy  diferente a la estructura castellana. Cuando se  elaboran conceptos en lenguas indígenas, primero es el todo y después las partes en la secuencia de las palabras en las oraciones; en cambio, en el castellano, primero es la parte y después el todo. Ejemplo: En castellano se dice: "la ventana de la casa", ventana es parte y casa es el todo; en aymara se dice la misma oración "utan-ttojhopa", uta es el todo y ttojho, es la ventana.
En las lenguas indígenas la construcción de ideas se hace a base de aglutinación de partículas y no de palabras sueltas como en el castellano que es lengua flexional. Ejemplo: "ma­má, mi mamá" nuestra mamá, traducidas al aymara se dicen "mama, mamqja, mamosa". Las terminaciones ja y sa no son voces autónomas, son simples partículas fonéticas que le dan un sentido a la palabra mama
Por último, las lenguas nativas tienen un poder de síntesis y una fuerza subjetiva o emocional de expresión difícil de tra­ducir al castellano a pesar de la riqueza de vocabulario que po­see esta última lengua.
El haberse utilizado las lenguas nativas y el castellano durante cinco siglos, ha provocado el fenómeno de la mutua influencia entre ellas. Pues, el castellano ha asimilado muchas palabras aymarás y quechuas y, a su vez, estas últimas han incluido en su vocabulario voces castellanas. Este hecho puede utilizarse para fines educativos, a pesar de las profundas di­ferencias que hemos formulado.
La Experiencia de las Escuelas Comunes
Las escuelas rurales implantaron arbitrariamente la en­señanza directa en castellano, con el propósito aparentemente justificable de crear la unidad nacional a base del lenguaje, idea muy discutible.
Desde que se estableció la primera escuela en el Altiplano han pasado más de sesenta años y hoy las escuelas campesinas son numerosas, pero sus resultados negativos, por haber uti­lizado la enseñanza directa en castellano, podemos apreciar sin ningún esfuerzo.
Es que todas las generaciones que pasaron por las escuelas no entendieron las enseñanzas. En el mejor caso, los niños aprendían a leer y escribir mecánicamente pero se olvidaron al salir de la escuela, sólo les quedó la habilidad para firmar como elector, en algunos casos. Es frecuente oír decir a los ni­ños campesinos: "ya sé hacer hablar el libro, pero no sé lo que dice".

Lo que Hay que Hacer
Pero no basta sentar el principio; hay que llevarlo al campo de la práctica educativa, más aun: no basta disponer que en la enseñanza se utilicen las lenguas aborígenes, indiscri­minadamente; es necesario recoger las experiencias realizadas y traducirlas en directivas pedagógicas.
Por nuestra experiencia, aconsejamos seguir tres etapas didácticas en la escuela primaria. Estas etapas deben ser: lº, empleo exclusivo de la lengua indígena en instrumentos biblio­gráficos monolingües; 2º, empleo de la lengua materna y el castellano a través de traducciones y versiones, en instru­mentos de aprendizaje; y 3º, empleo exclusivo del castellano en los textos de estudio. El tiempo para cada etapa puede variar según las circunstancias.

El Porvenir de las Lenguas Aborígenes
Si las generaciones de niños que aprendan a leer y escribir primero en su propia lengua y después en castellano, mantienen el interés de seguir hablando, escribiendo y leyendo, en su í propia lengua, ninguna acción pedagógica, cultural o política, puede ni debe impedirlo. Los aymaras y quechuas tienen el derecho natural y la libertad social de que está premunido todo grupo humano que necesita desarrollarse de acuerdo con su propia naturaleza. Si tal ocurre, las lenguas nativas de Puno y del Perú pueden evolucionar hasta alcanzar la categoría de idioma con alfabeto, diccionario, gramática y literatura propias.

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